Los peligros de una mala alimentación y los pésimos hábitos nos hacen más empinada la cuesta de enero. No es por utilizar de nuevo, la excusa de los excesos navideños pero si no los controlamos estos perduran hasta verano, incluso hasta la siguiente Navidad. Por ello, comer y alimentarse, por ejemplo, dentro de una jornada de trabajo nos puede ayudar a regular todo nuestro malestar después de malos hábitos.
Nunca está de más recordar que seguir los pasos y luchar contra nuestras tentaciones es un duro camino pero cual recompensa, será aún mejor. La Organización Internacional del Trabajo ya se ha hecho eco en varios informes sobre este tema. Y es que una deficiente alimentación en el trabajo afecta la salud y la productividad. Así que mejor, no jugárnosla con bajar nuestro rendimiento en el ''curro''.
Por lo pronto, déjate de comer fuera y llévate el tupper. Evita claro está, los alimentos altos en grasa y prepara algo fresco y que sea saludable. Tu bolsillo te lo agradecerá y también tu cuerpo. Tú mismo controlarás lo que comes o no. Además, olvídate de los refrescos y bebidas energéticas que aportan azúcar y cafeína, más nos llena y más nos deja sin energía. La mejor solución sería una buena cerveza, siempre apetecible, pero el reglamento de las empresas no nos deja consumir alcohol en la jornada laboral. Así que llévate agua y mantente hidratado todo el día.
Los dulces serán tu elixir pero se convertirán en tu peor pesadilla. No comas barritas por mucho 'muesli' que tengan, son otro reclamo como el palo y la zanahoria. Algo de fruta puede ser el sustitutivo, aunque los excesos pueden hacer que la fructosa se pueden acumular en nuestra tripa. Así que para ello, muévete. Aprovecha un parón para dar un paseo o ir a ver a tu compañero o compañera para contarle cualquier cosa por poco interesante que sea. Y si coges transporte, sube alguna calle andando, te lo agradecerá la circulación.
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